Relato de un Náufrago

12.07.2010 12:57

«Nunca creía que un hombre se convirtiera en héroe por estar diez días en una balsa, soportando el hambre y la sed. Yo no podía hacer otra cosa. Si la balsa hubiera sido una balsa dotada con agua, galletas empacadas a presión, brújula e instrumentos de pesca, seguramente estaría tan vivo como lo estoy ahora. Pero habría una diferencia: no habría sido tratado como un héroe. De manera que el heroísmo, en mi caso, consiste exclusivamente en no haberme dejado morir de hambre y de sed durante diez días.»

 

Esta es la conclusión a la que llegó el náufrago, protagonista de esta historia: Luís Alejandro Velasco, miembro de la tripulación del destructor Caldas de la Marina de Guerra de Colombia, que se hundió en el mar del Caribe, tras una supuesta tormenta. A pesar de que el título pueda dar la impresión de que va a seguirle un relato completamente predecible, García Márquez, logra enganchar al lector e introducirlo en una historia que no tiene ni una línea de ficción y que, contada en primera persona, consigue que nos pongamos en la piel de ese ser humano que luchó por sobrevivir en una situación extrema contra todo pronóstico, y también que nos la creamos.

 

El autor narra lo que le ocurrió a Luís Alejandro Velasco recreando todos los hechos, tal y como el náufrago hizo con él, describiendo con mucha minuciosidad su supervivencia física y emocional. Cada acción y cada sensación son imaginadas por el lector de tal manera que éste se convierte en su acompañante durante los diez días en la mar, gracias al don de la palabra de quien lo vivió y de quien lo escribió.

 

Tras el hundimiento del destructor, podemos sufrir la agonía de los siete tripulantes cuando luchan por llegar a la balsa donde se encuentra nuestro protagonista, y también la agonía que él sufre al ver que nada puede hacer por ellos. Después del naufragio, Luis Alejandro Velasco empieza a darse cuenta de su soledad y de que los minutos le pasan como horas. No obstante, su esperanza, como la del lector, no la pierde. Espera a que los aviones vengan a rescatarle, espera a que algún barco le recoja, espera encontrar tierra firme. Incluso compartimos su desesperación a medida que vamos comprobando que ni los aviones ni el barco le ven y que la balsa no llega a tierra. Vivimos su sed y su hambre, su frío y su calor, sus desvelos por la noche, su miedo cuando los tiburones rodean su balsa día tras día.

 

Finalmente, cuando maldecía su suerte por no haber muerto ya, lo casi inverosímil pero cierto a la vez ocurre: ve tierra. Entonces, sacó las fuerzas de donde no las tenía, y el lector le anima a nadar los dos kilómetros que le quedan aproximadamente para llegar a Colombia.

 

La recreación de todos los sucesos transcritos en el libro adquieren una forma y un fondo de ficción, porque se proyectan de un modo distinto en la mente de cada persona, de una manera diferente a como en realidad sucedió. Sin embargo, lo duro de esta historia y lo sorprendente es que no tiene ningún ingrediente fruto del imaginario del protagonista ni del periodista. Precisamente por ser verdad todo lo narrado, a Luís Alejando Velasco le fue imposible volver a la Marina y al periodista casi le costó la vida. Pues cuando este relato salió a la luz en El espectador -diario liberal,- también se desveló el verdadero motivo del hundimiento del destructor, hecho que puso en evidencia al régimen dictatorial Gustavo Rojas Pinilla

 

Jasmina Zaballos

 

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